martes, 22 de enero de 2013

La lluvia obliga a suspender el duelo ante A. Mestiza

Simón, hijo de Thor


La ciclogénesis explosiva no es buena para el baloncesto. Pero peor es ver que tu plantilla se vuelve más loca que la cabra de la Legión y esperar a salir en el segundo tiempo para jugar... ¿54 segundos? Es la cosa de ser descendiente de Thor, que saltas a la cancha y te caen goterones como jarras de cerveza. 


Un Thor tuneado de anresista.
Simón saltaba a la cancha después de haberse quedado dos cuartos calentando banquillo por decisión propia y desgañitándose porque el juego, seamos sincero, no era para tirar cohetes. Ahí si nos llega a ver nuestro nuevo y flamante patrocinador... En fin, nuestro pivot llevaba en la cancha de Andalucía Residencial más de dos horas: le dio tiempo a comprobar los efectos de la ventolera de tres pares de narices que se llevó por delante a casi toda Sevilla menos a los aros de nuestra cancha -que aprendan en Mar de Plata-; de ver cómo se las gastan los del futbito cuando su rival viene con cuatro, perdón, tres gatos; e incluso hacer las cábalas para las próximas seis finales que quedan para el final de la competición.

Buenos, seis y media. Porque el partido se suspendió al poco de comenzar el tercer cuarto. El tiempo justo para una jugada, una falta y una canasta tras rebote. Simón parecía tocado por el Dios Thor, ya que fue entrar en la pista y ponerse el cielo negro como el tizón. Invocando las nubes de tormenta. "Seguro que escampa", se decía, mientras llovía a punta pala y las protecciones de color rosa -algún día las fotografiaremos para deleite del personal- empezaban a hincharse absorbiendo el agua y asemejándose peligrosamente al algodón de azúcar. Mala suerte para el alma de este equipo, que nos está brindando su decimoséptima juventud.

Qué pena que el uniforme sea rojo.
Antes de la tormenta, el partido ante el colista, América Mestiza, estaba más que encarrilado con un claro 41-17. Y eso que al principio nos empeñamos en dar emoción al choque... bueno, nosotros, y ellos, que se cascaban todo lo que lanzaban al estilo Holland. A los dos minutos iba 4-7 y nos preguntábamos que qué ocurría. Es lo que pasa cuando uno va con la disposición de jugar un partido de exhibición entre los amigos de Pepe Gotera y Otilio y los amigos de Mortadelo y Filemón: que sale una caricatura de pachanga.

Lo digo así para que tampoco nos pongamos tremendistas, porque si hay un partido en el que se pueda permitir ciertas licencias es en este, sobre todo cuando ves que con un poco de poder interior se solventa por la vía rápida. Sólo hizo falta que Kiko creara debajo y que Blanco cogiera todo lo que salía rebotado del aro para anotar 20 puntos en el primer cuarto. Y tanto de lo mismo, pero con distintos actores, en el segundo acto. La única pena es que habría sido una oportunidad que ni pintada para ensayar algunas jugadas... pero el balón nos duraba menos de dos pases, a veces ni siquiera uno. Tampoco pasa nada, ya que nunca hemos ensayado. Ahora toca pensar cuándo es el mejor momento para disputar lo que resta de encuentro y pensar en el choque ante Unión Nazareno Basket del domingo en Rochela... a las nueve de la mañana -gracias, IMD, qué buena horita. Luego se queja el Sevilla FC por jugar a las diez de la noche-.  

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